Abstract

In the Ayacucho region, in the mid-20th century, the "Felipe Guamán Poma de Ayala" School of Fine Arts was founded, with the aim of training pictorial artists who value and represent their culture, influenced and referenced by different trends and pictorial styles; On the other hand, currently the founding teachers and graduates are part of the Ayacucho pictorial expression. In this sense, landscape painting developed its own characteristics, taking on historical, social and cultural aspects of a local, national and international nature; In this way, it is proposed to generate a significant value to Ayacuchano landscape painting between the years 2000 and 2020, taking into account its background and development to call it "New Andean Figurative Art". Thus evidencing the various techniques used, the symbolism in the form, content and message around the socio-cultural context of the region. In this way, the following question is posed: What does landscape painting express in Ayacucho? To respond, a visual analysis methodology will be used, developing an iconographic and iconological study of each of the works to be investigated. On the other hand, it is hypothesized, to what extent does landscape painting in Ayacucho express traditional values ​​and local customs?

Introducción

La pintura ayacuchana paisajista, expresa nostalgia andina con estilos y tendencias pictóricas que muestran una identidad peruana; en ese sentido un aspecto muy importante es la creación de la Escuela Regional de Bellas Artes Felipe Guamán Poma de Ayala en el año de 1952, teniendo como primer director a Ricardo Respaldiza Martínez (1906 – 1977), quien con su conocimiento y dominio artístico supo guiar y fomentar las artes plásticas en la región Ayacucho. Por otro lado el paisaje ayacuchano tiene como referentes a Demetrio Lara, los movimientos y estilos pictóricos internacionales y peruanos representados por Sabino Springett y Camino Brent, además en los años 60 y 70 con el retorno de algunos pintores ayacuchanos becados y otros que realizaron sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes Lima, propusieron nuevas formas y estilos artísticos sin trastocar la pintura tradicionalista que se realizaba en Ayacucho; resaltando Alfredo Suarez Ñañez (1931-1998) quien genera y muestra en sus obras paisajistas características propias ayacuchanas teniendo muchos discípulos que actualmente trasmiten esa sabiduría artística., también están Felipe López Mendoza (1945), Víctor Mongrut Avarca (1948 – 2004), Julio Mendoza Aguado (1946) y Víctor Pomacanchari Michue (1952). En los años 80 y 90 el conflicto armado interno limito la expresión pictórica en la región de Ayacucho, sin embargo, no dejaron de plasmar obras testimoniales y otros géneros como fue el paisaje. Actualmente (2000-2020) la pintura del paisaje ayacuchano muestra algunas diferencias en sus composiciones y fortalece sus características propias, como la libertad de expresión y con ella la modernidad al realizar obras con una “Nueva figuración andina”.

Antecedentes y referentes

La pintura peruana republicana desde sus inicios tiene una consigna clara: la búsqueda y representación de un lenguaje propio y auténtico. A finales del siglo XIX e inicios del XX muchos maestros viajaron a Europa para aprender el oficio de pintor, por otro lado, en 1918 se crea la Escuela Nacional de Bellas Artes en Lima y comienza el amplio bagaje de expresión pictórica peruana con diversos géneros y estilos. Ugarte (1970) comenta que el Indigenismo a partir de 1920 fomenta la conciencia de nosotros mismos hacia una reivindicación nacional entre lo social y político. Sin embargo, no todos los artistas compartieron esas ideas generando críticas y contradicciones a este movimiento que enfatizaba al hombre andino como elemento principal en sus composiciones. Los academicistas y los independientes crean sus obras pictóricas valorando el concepto de peruanidad de acuerdo a sus ideales.

Toda esta etapa pictórica peruana viene a ser el primer referente en general hacia la pintura ayacuchana. Un referente directo es el pintor huancavelicano Demetrio Lara Serpa (1908 – 2012)1 quien realiza una exposición individual en 1932 y muestra diversos paisajes urbanos de la ciudad de Huamanga, sus cuadros evidencian un contenido simbólico enfatizando la arquitectura colonial entre patios, arquerías, techos con tejados y espacios naturales como árboles, montañas y ríos, elementos visuales de uso común que resaltan gracias a la armonía cromática cálida típicas de un estilo costumbrista e indigenista, generando así algunas características que serán adaptadas por los futuros pintores ayacuchanos.

En el año 1952 se crea la Escuela Regional de Bellas Artes Felipe Guamán Poma de Ayala de Ayacucho, para fomentar y formar artistas plásticos con identidad y creatividad, Hierro (1953) comenta que se ha instalado en la ciudad de Ayacucho la Escuela de Bellas Artes, institución con naturaleza artística plástica; no es una academia es una Escuela con preparación específica en pintura y escultura2. Don José Ricardo Respaldiza Martínez (1906 – 1977) maestro e intelectual, escultor y pintor de gran imaginación fue el primer director; además la presencia e influencia de Sabino Springett nacido en Parinacochas región de Ayacucho (1913-2006)3 y Enrique Camino Brent (1909-1960),4 fomentaron la pintura desde una perspectiva de valoración cultural, siendo muy considerados por los primeros estudiantes de la Escuela de Bellas Artes de Ayacucho entre los años 50 y 60, quienes mantienen dentro de sus composiciones paisajistas espacios arquitectónicos y naturales de la ciudad, con colores terrosos y agrisados desde un enfoque visual figurativo. Por otro lado, algo muy importante dos décadas después fue la salida y retorno de estudiantes becados al extranjero, ellos volvieron para compartir su aprendizaje y experiencia teniendo como resultado dos formas de percepción y creación pictórica moderna y académica. En el caso del paisaje los primeros pintores más representativos fueron Alfredo Suarez Ñañes y Felipe López egresados de la Escuela de Bellas Artes Lima; Víctor Mongrut Abarca, Julio Mendoza Aguado egresados de la Escuela de Bellas Artes de Ayacucho.

Dos hechos muy importantes se dieron en la década de los 70, el primero fue el cambio de sistema de enseñanza, Acevedo (1975) comenta que las Escuelas de Arte en provincia se hicieron a imagen y semejanza de la Escuela de Bellas Artes de Lima para su dependencia y centralismo. Entre 1973 a 1975 el caricaturista Carlos Acevedo Fernández (1949) en su condición como director de Bellas Artes Ayacucho inserto distintas asignaturas que revolucionaron la forma de enseñanza artística con un enfoque crítico y experimental, buscando desligarse de los parámetros educativos y referencias limeñas; el segundo hecho es la realización del “Encuentro de Escuelas de Bellas Artes del Perú”, en el “Salón Nacional de Artes Plásticas”, el 13 de septiembre de 1977, evento que aporto una diversidad de técnicas y estilos pictóricos que ampliaron el espectro de representación e interpretación visual de los estudiantes y profesionales pictóricos de esta región.

Entre los artistas que retornan a Ayacucho está Luis Suarez Ñañez (1931-1998) formado en la Escuela de Bellas Artes de Lima, fue docente y director entre los años 70 hasta los 90, siendo referente directo del paisaje ayacuchano en la actualidad, su temática y sus colores son característicos en muchos pintores ayacuchanos. Suarez en su obra “Puente Colonial” nos muestra un dominio del espacio, con colores agrisados enfatizando los reflejos de luz, de esa manera el contraste ayuda a ubicar el centro de interés; sus discípulos comentan que fue muy buena la interpretación de los elementos del paisaje generando atracción visual por su paleta de colores, su obra mostraba una satisfacción espiritual. Pomacanchari comenta: “A Suarez lo conocí antes de los años 80, él tenía una gama de pintura asimilada al ambiente neblinoso de Lima, entre azules y grises. (Comunicación personal, V. Pomacanchari. 07 de octubre 2021). Con la obra de este maestro podemos afirmar que se da inicio a la expresión pictórica paisajista ayacuchana, el cual enfatiza las formas simbólicas arquitectónicas y naturales de las calles y parajes huamanguinos insertando características costumbristas.

En 1980 las actividades culturales se enmarcan a un contexto complicado en las artes populares y las plásticas giran en función a una situación social, política y cultura muy difícil ocasionada por el conflicto armado interno.5 Sabemos que la esencia de un artista pictórico es mostrar su obra y decir los que piensa y siente, sin embargo, en los años 80 en Ayacucho fue una situación compleja, se realizaron eventos artísticos de manera formal e itinerante, aquellos que muestran sus obras de corte naturalista y costumbrista y otros que estuvieron a favor o en contra de los sucesos que ocurrían por el conflicto. Por otro lado las composiciones pictóricas del paisaje ayacuchano son interpretadas según su contexto y geografía, teniendo en cuenta como referencia conceptos y características románticas, naturalistas y el indigenismo peruano.6 En ese sentido, entre 1950 a 1990 podemos afirmar características propias como son los colores terrosos cálidos contrastados por los violetas brumosos y grises, reflejos de luz, la estilización de las formas para generar movimiento y también la presencia del hombre andino, pero en menor medida, fortaleciendo este género que poco a poco está siendo considerado dentro de la plástica peruana.

Felipe López (1945) también formado en la Escuela de Bellas Artes de Lima y de Brasil retorna a Ayacucho y es docente y director de la Escuela de Bellas Artes. El en su obra refleja una temática netamente huamanguina, con un paisaje urbano estilizado sus calles y templos, testigos mudos del inicio de la violencia del conflicto armado interno en Ayacucho, estos dibujos fueron realizados en tiempos de toque de queda, “Carmen Alto I” tiene una composición abierta con perspectiva lineal, es una calle antigua donde resalta la Iglesia construida en el siglo XVII, en la imagen no hay presencia humana y el aporte que realiza este maestro es la soltura del dibujo y formas en su composición generando dinamismo y movimiento. También tenemos a Víctor Mongrut Abarca (1948 – 2004), egresado de la Escuela de Bellas Artes de Ayacucho llegando a ser docente y director; en su temática paisajista rural trasmite paz y frescura, podemos ver la intensidad de un color más simbólico llamativo y muy expresivo, aporte pictórico para el paisaje ayacuchano en el empleo de colores claros con un cielo agrisado, la imagen muestra el respeto del hombre de manera mística y leal hacia la naturaleza al edificar sus viviendas. Julio Mendoza Aguado (1946) egresado de la Escuela de Bellas Artes de Ayacucho donde fue docente y director, nos muestra con un lenguaje visual más moderno, su desinterés de lograr el parecido o la forma exacta pasa por desapercibido por la carga cromática, entre grises y cálidos, evidenciándose un equilibrio visual con perspectivas abiertas sin dejar espacios vacíos; sus obras proponen una nueva visión del arte ayacuchano una renovación pictórica andina.

Lauer (2007) comenta que la pintura del paisaje es selecta y el paso del Indigenismo lleva al artista regionalista a una conciliación con la naturaleza y el impulso cultural hacia la expresión de otros lugares andinos, escenarios mágicos más naturales. (pág. 293). La Escuela de Bellas Artes de Ayacucho a partir de los años 90 genera un cambio muy importante, participando en muchos eventos culturales como parte de su función, además dejan de lado la limitación expresiva pictórica a causa de los conflictos sociales y políticos y el paisaje ayacuchano comienza a ser representado con diversos estilos. Finalmente en ese contexto la pintura paisajista de Víctor Pomacanchari Michue (1952) en su obra “Siete vueltas” se aprecia una intención de reflejar los efectos de luz al detalle, un aporte muy importante que en la actualidad los pintores ayacuchanos enfatizan en sus composiciones; la calle siete vueltas antes conocida como “Muyuy muyuy calle” hace alusión a la cantidad de curvas que existe en ese pasaje hasta el día de hoy; es un espacio urbano colonial, donde las casonas echas de material rústico con puertas de arco de medio punto, los tejados y las huertas caracterizan las calles de antaño huamanguinas. El autor busca revalorar estos espacios que están desapareciendo por falta de cuidados e importancia del poblador y sus autoridades.

En ese sentido, podemos decir que los pintores ayacuchanos de la década del 50 al 70 fueron influenciados por los pintores indigenistas e independiente; por otro lado, el retorno nacional y extranjero de pinores ayacuchanos entre la década del 80 y 90 compartieron sus conocimientos y son indudablemente referentes al paisaje actual; es así que debemos considerar las características establecidas para el paisaje pictórico en base a la historia del arte y los referentes, para enfatizar las propias características que fueron desarrollándose y se visualiza en las obras de Alfredo Suarez, quien con una armonía cromática gris valora espacios arquitectónicos coloniales y andinos, Felipe López mediante las líneas y formas estilizadas muestra la desolación y tristeza de una ciudad con problemas sociales; Víctor Mongrut con un color más fresco y expresivo de la naturaleza andina valora pueblos y comunidades alejadas de la ciudad; Julio Mendoza a su estilo enfatiza el color más que la forma en su representación paisajista urbana y Pomacanchari quien se preocupa en representar los efectos de luz y sus reflejos en sus obras.

Finalmente, Núñez (1976) comenta que la pintura que se realiza en provincia evoca el paisaje que los rodea una atmosfera que fusiona el campo en un ambiente natural luminoso y bello. En 1989 se desarrollaron muchos eventos entre exposiciones individuales, colectivas, regionales y nacionales, teniendo como evidencia cuadros pictóricos de género paisajista, retrato y costumbrista. Uno de esos eventos fue mencionado por el diario “La República”, el día 17 de julio y publica un artículo sobre la realización de la muestra “Nueva Generación de Pintores Ayacuchanos” de la Escuela de Bellas Artes de Ayacucho, en la galería Juan Pardo Herén del Instituto Cultural Peruano Norteamericano.7 Cabe destacar que dentro del artículo existe una denominación a esta forma de expresión pictórica que se desarrolla en la zona andina del Perú “Figurativismo Andino” expresado entre paisajes y tradiciones, las obras que se mostraron tienen características pictóricas netamente ayacuchanas, en forma, contenido y mensaje, que expresa y representa a un pueblo valiente que tiene la esperanza y optimismo como bandera a pesar de todo; Palomino (1989) comenta que los artistas plásticos ayacuchanos hacen esfuerzos posibles para desarrollar su obra, a pesar de las limitaciones económicas por estar en una región de emergencia y además por el aislamiento de la capital. Entre los maestros que expusieron en esa muestra fueron Alfredo Suarez, Constantino Ccaico, Julio Mendoza y Orlando Palomino. El desarrollo de la pintura paisajista ayacuchana es gracias a la Escuela de Bellas Artes Felipe Guamán Poma de Ayala, Palomino comenta que “En los 80 y 90 no veíamos con claridad el futuro del pintor ayacuchano; pero si existía el alma, el paisaje no tuvo un cambio hasta los 90, y la pintura más ejecutada fue el de testimonio. (Conversación Palomino, O. 02 de noviembre 2022). Siendo así el paisaje uno de los géneros pictóricos más representados y por tal motivo se evidencia ciertas limitaciones en contenido y mensaje a finales del siglo XX.

Paisaje ayacuchano: “El Nuevo Figurativismo Andino”

Actualmente los artistas ayacuchanos gozan de libertad expresiva en sus creaciones, atrás quedo el temor que ocasionó el conflicto armado interno y otros problemas sociales y culturales que limitaron la pintura ayacuchana, el empleo de elementos artísticos en las nuevas composiciones refleja una variedad de simbologías. Palomino comenta que “A partir del año 2000 las cosas han cambiado, la Escuela de Bellas Artes maneja un currículo académico adecuado con sumillas escalonadas e integradas a planes de estudio, con ello el pintor ayacuchano tiene un buen futuro. (Conversación Palomino, O. 02 de noviembre 2022). Por otro lado, Álvarez comenta que “La pintura del paisaje ayacuchano no tiene un estilo y línea formal propia, tampoco una corriente; en ese sentido, todos los pintores van por su lado teniendo como tema y contenido la naturaleza. (Conversación Álvarez E. 18 de enero 2023). De esta manera gracias a la malla curricular en la carrera de Artista Plástico dibujo pintura en el segundo año y en el de Educación Artística en el tercer año, la Escuela de Bellas Artes fomenta la realización de este género en diversas técnicas y estilos de esa manera predomina el naturalismo pictórico, de esa manera la pintura de provincia en este nuevo milenio ha desarrollado sus propias características visuales no solo insertando elementos comunes como lo hizo el indigenismo en su representación de personas y naturaleza del ande, sino el verdadero valor sociocultural y motivación constante a las nuevas generaciones.

Castrillón (2014) comenta que la figuración es una constante en el arte peruano y no ha desaparecido ni desaparecerá del sistema heredado de occidente, reproducir imágenes de la realidad puede ser retrograda ante el vanguardismo y modernismo. En ese sentido, la primera característica del “Nuevo Figurativismo andino” en el actual paisaje ayacuchano es la condición técnica y estética que se ha desarrollo en esta dos primeras décadas del siglo XXI, las obras son más iluminadas, frescas y coloristas, contrastadas por una brumosidad entre azules y grises resaltando elementos naturales y arquitectónicos; todo esto enfocándose a una expresión propia y autentica gracias a la investigación desde un punto de vista crítico, reflexivo y el valor al contexto sociocultural ayacuchano. Palomino comenta “El paisaje ayacuchano representa temas esenciales, su espacio geográfico, las iglesias y sus cúpulas, con la intención de realzar y revivir la referencia de los pintores ayacuchanos de los años 60, 70 y 80, con resiliencia de adaptarse al paisaje actual valorando nuestra tradición pictórica impulsada por nuestra Escuela de Bellas Artes”. (Conversación Palomino, O. 02 noviembre 2022). Por lo tanto, podemos decir que el desarrollo del paisaje no solo está influenciado por tendencias y estilos externos; sino por una institución de formación artística local. Por otro lado, como segunda característica es el empleo del dibujo, es decir, que gracias ello el contenido paisajista es muy bien proporcionado, las líneas delgadas y gruesas enfatizan cada elemento que compone la imagen, además se visualiza la jerarquía en cada plano gracias al recorrido visual hasta llegar al centro de interés.

La tercera característica es la temática y mensaje, evidenciándose una libertad expresiva en las intenciones de la función y el propósito en las obras de los pintores ayacuchanos. Romero (1992) menciona a Taine quien define que el arte no es reflejo sino encarnación simbólica de lo real, formas que se alinean de una realidad vivida hacia una realidad ideal, el mensaje del artista no solo tiene como contenido ideas o sentimientos, sino expresión del espíritu sin formas canónicas ni limitaciones. En el caso temático en la pintura ayacuchana se plasma paisajes urbanos y rurales que están referenciados por la pintura occidental, manteniendo el interés de elementos naturales y formas arquitectónicas sin dejar de lado la presciencia humana. Hoy en día no solo se representa elementos figurativos, sino se crea contextos en base a las tradiciones y costumbres locales, se muestra una variedad de temáticas en tiempos modernos y de libre expresión en su contenido, considerando a la naturaleza como elementos principales en sus composiciones; además una idealización entre lo real y fantasioso. Alvares comenta “Es un poco complejo definir los estilos o mensaje, pintar no es pintar, pintar es sacar de adentro lo que tú tienes, emociones y sensaciones, porqué preocuparnos de cuestiones estéticas europeas, acaso nuestros ancestros manejaban esas condiciones”. (Conversación Alvares, E. 06 de octubre 2021). Así el paisaje ayacuchano está enfocado en mostrar espacios y lugares naturales andinos, los cuales son plasmados valorando su cosmovisión dentro del modernismo.

Acha (2012) dice que la representación figurativa en la pintura no solo es la amplia variedad de representación manual, sino también cuenta con la invención y el manejo libre del color y de las texturas, siendo todo ello una innovación dentro de los parámetros de representación y percepción. De esta manera podemos comprender que el “Nuevo Figurativismo Andino” es un movimiento que se ha adecuado a la contemporaneidad, fusionando elementos culturales y arquitectónicos de antaño y actuales dentro de las composiciones paisajistas, además está los diversos estilos pictóricos en las cuales se representan y generan una variedad visual. Por otro lado, también está la iluminación del color y la preocupación de representar las formas mediante un dibujo adecuado. Tatarkiewicz, (2017) dice que la realidad no solo comprende la naturaleza, sino la cultura, además genera una relación entre arte y realidad existiendo cambios a través del tiempo o época. Esa condición icónica y simbólica dentro de las composiciones pictóricas paisajistas ayacuchanas va de la mano con el academicismo y modernismo, avalando intenciones y propósitos de los pintores, no solo en Ayacucho sino de manera nacional, dejando de lado el centralismo en nuestra pintura peruana.

Por otro lado, si comparamos la pintura paisajista de Cuzco con Ayacucho, ambas tienen un legado colonial en sus representaciones hasta llegar a la época republicana, en este periodo el indigenismo es una referencia directa para ambos contextos, además el funcionamiento y preparación académica por parte de las Escuelas de Bellas Artes; en ese sentido podemos decir que muestran características similares en el empleo de elementos icónicos y simbólicos de su entorno cultural y social. Sin embargo, existe una diferencia muy notoria que justifica una de las características más resaltantes de la pintura ayacuchana, el estudio de la iluminación, los reflejos e intensidad de luz a elementos naturales o arquitectónicos.

Lauer (2007) dice que en los años 70 el indigenismo dejó de ser un puente o intermedio con otras nuevas corrientes llegando a ser antecedente histórico; sin embargo, en los años 90 ya no se le concede una excelencia plástica tampoco una importancia antropológica o política. A pesar de muchas críticas existe referencia del indigenismo en la pintura ayacuchana, una expresión visual de costumbres y tradiciones del hombre del ande insertado en el paisaje; en ese sentido, algo muy trascendental y de suma importancia es la libertad expresiva pictórica en contenido y mensaje, las investigaciones y experimentaciones en técnicas y estilos; quienes fortalecen esta nueva denominación del “Figurativismo andino”, enalteciendo una tradición pictórica que es la base fundamental de una nueva expresión paisajista enfatizada en el color, el dibujo, simbología e ideología que se evidencia en las obras que a continuación las describiremos y analizaremos.

Yeny Huamantinco Castillo (1980) en su obra “Casona” del año 2007 nos muestra una composición pictórica abierta con perspectiva lineal y dos planos visuales, en la armonía cromática predominan colores cálidos, esta dinámica colorista refleja la diversidad de texturas gracias a la proyección de luz. No hay presencia humana, siendo la intención de la pintora en enfatizar el valor arquitectónico de las casas ubicadas en las antiguas calles o barrios huamanguinos. Podemos apreciar un elemento arquitectónico que predomina en toda la composición, es una casa de estilo colonial andino en su fachada se ubica una puerta de madera bordeada por un arco de piedra de medio punto, muros de adobe (barro y quincha) y el techo con tejado; el cielo celeste claro con algunas nubes tenues nos muestra el típico día cálido y fresco huamanguino. El estilo pictórico es el realismo con técnica al óleo. Perlacios (2007) comenta que se ha desnaturalizado el aprecio a las casonas e iglesias, la falta de identidad y cultura ha generado una destrucción lenta de nuestro patrimonio. No solo es defender el legado artístico; sino comprender el esfuerzo, las lágrimas, el dolor, la sangre de los huamanguinos que las edificaron y las ocuparon. La pintora mantiene un carácter referencial del paisaje universal y ayacuchano, plasmando formas arquitectónicas que muestran el legado histórico de Huamanga; gracias al dibujo detallado la composición nos evidencia la diferencia en la iluminación del color con los paisajes urbanos de los años 70, 80.

En la obra paisajista de Carlos Ariste Guerreros (1965) “San Sebastián” realizado el año 2014 con técnica al óleo, se observa una perspectiva lineal, casonas, puente, vegetación y un camino rustico. Es una representación simbólica el color enfatiza las formas arquitectónicas y naturales, se mezcla la piedra con el barro y el ichu, además está el típico arco de piedra de medio punto, techos con tejado rustico y de doble caída. En ese sentido, se valora estas callejuelas antiguas que poco a poco se van perdiendo por el uso del hierro, cemento y ladrillo. El pintor quiere enfatizar el valor de estos recintos que están en peligro de derrumbarse y desaparecer para dar paso a una modernidad minimalista que no respeta una tradición arquitectónica colonial. El estilo pictórico de esta obra es el Expresionismo resaltando el color rojo bermellón que de manera simbólica representa los recuerdos imborrables del pintor en la década de los 80 cuando termino su servicio militar obligatorio, Ariste comenta “El color de mi obra es la representación de experiencias durante el desarrollo del conflicto armado. Tengo obras con distintos estilos expresionismo, romanticismo y realismo”. (Conversación Ariste, L. 09 enero 2023). Esta afirmación se alinea a la presencia institucional y enseñanza artística de la Escuela de Bellas Artes de Ayacucho, muchos maestros no están alineados a un estilo pictórico sino según las intenciones en sus composiciones realizan sus obras, en este caso un paisaje desolado con colores casi puros enfatizando algunas formas arquitectónicas que están en la memoria de muchos ayacuchanos. Por lo tanto el empleo de estilos modernos 8 actualmente aporta al desarrollo del nuevo figurativismo andino.

Por otro lado en el año 2015 la Escuela de Bellas Artes organiza la “Primera Bienal Nacional de Pintura en Ayacucho”, el crítico de arte Jorge Bernuy comenta “Sobre el entusiasmo que este proyecto ha despertado, es un afán de descentralización artística peruana y justo homenaje a una ciudad que se caracteriza por su rica tradición cultural, Ayacucho.9 Se presentaron tres salas de exposición, la primera sala para los participantes de esta bienal, ocupando el primer puesto la artista cuzqueña Grisa Camargo Ramos con su obra de técnica mixta titulada “Viento …vuelve a ser como ayer”, en el segundo lugar fue ocupado por el artista ayacuchano Robert Conde Tomaylla con su obra mixta titulada “Suspendido en el tiempo”. La segunda sala fue de maestros pintores peruanos como José Sabogal, Alberto Quintanilla, Fernando de Szyszlo, Gerardo Chaves entre otros; y la tercera sala con una variedad de temáticas entre ellas el paisaje ayacuchano. Este impulso y desarrollo de la investigación científica, tecnológica y artística ha generado un compromiso de valor e identidad cultural.

Otro pintor ayacuchano es Jesús Fernández Obregón (1982) quien en su obra “Acos Vinchos” nos muestra una composición abierta dividida en tres planos, en el primer plano con colores cálidos se ubican varios personajes, animales, casas rusticas, árboles y campos de sembrío; en el segundo plano plasmado de colores fríos esta las montañas y el cielo agrisado, la variedad de texturas enriquece a cada elemento y son identificadas por el recorrido visual. Acos Vinchos palabras en quechua que significan “arena y viento”, es un distrito de Ayacucho que formó parte de la cultura Wari destacándose en la alfarería y cerámica; en la época colonial se crearon haciendas gracias a sus tierras productivas y un clima muy favorable; los pobladores participaron junto al ejercito patriota en la batalla de la Pampa de la Quinua el 9 de diciembre de 1824. En 1969 la reforma agraria transfirió las haciendas y terrenos a los campesinos supuestamente organizados, sin embargo, ocurrieron diversos hechos que no permitieron su desarrollo económico y colapsaron, convirtiéndose en comunidades campesinas; en la actualidad dentro de su función como distrito de Ayacucho cumple un rol productivo a través del intercambio comercial y administrativo. Así mismo la representación paisajista de Fernández con un estilo impresionista muestra lo imponente de sus cualidades naturales, su fauna y flora que es trabajada y sostenida por el hombre andino, alejado del bullicio y la modernidad. Acos Vinchos refleja añoranza, paz y mucha tranquilidad, por lo tanto, las artes valoran su belleza natural que inspira a los pintores para ser plasmada en un lienzo sin dejar de lado su legado histórico. Las pinceladas sueltas y cargadas de pigmento dinamizan las texturas y a la vez resaltan la abundante vegetación andina, por otro lado la claridad del color en el primer plano enfatiza cada elemento distribuido en la composición, es una pintura realizada en situ, resaltando la frescura y serenidad en todo el paisaje de manera figurativa, por lo tanto continua con el legado paisajista ayacuchano al representar espacios geográficos andinos de contenido naturalista y costumbrista.

Roberto Ccorisoncco (1980), nos muestra una composición abierta con perspectiva lineal dividida en tres planos visuales, los colores cálidos predominan en toda la imagen y existe diferencia tonal muy marcada entre las formas primarias y secundarias, la atmosfera brumosa logra resaltar el contraste entre las figuras y el fondo. Los elementos que compone ese paisaje son la arquitectura rústica típica de la zona andina peruana, edificaciones con doble caída de agua (tejas), muros de adobe (piedra, barro e ichu) está ubicada en una superficie terrestre desnivelada; también podemos apreciar la abundante vegetación. En el aspecto técnico Corisoncco muestra un dominio adecuado con un realismo pictórico de pinceladas sueltas y desordenadas, estas generan sensaciones visuales que direccionan al observador hacia el centro de interés que se ubica en la parte media izquierda, es el muro que resalta por los tonos más brillosos de toda la composición, una característica actual del paisajismo ayacuchano. Todos estos elementos generan texturas visuales, dinamismo y movimiento, además la jerarquía resalta los espacios gracias al recorrido visual; la sutileza del manejo de reflejos de luz intensifica la frescura natural del espacio, un ambiente mesclado entre lo natural y artificial, no hay presencia humana; existe por parte del pintor la valoración a los espacios o callejones antiguos huamanguinos.

En el paisaje urbano de Cristian Prada Gutiérrez (1978) titulado “Evocación” nos muestra elementos arquitectónicos coloniales en una composición abierta los planos no son muy bien determinados por la repetición de formas e intensidad tonal del color, sin embargo, existe contraste en las casas, árboles y el cielo. Con un estilo personal plasma un espacio urbano colonial que está en proceso de perderse algo muy común en estos tiempos en la ciudad de Huamanga. La mayor parte de estas edificaciones se ubican en los distritos más antiguos de la ciudad como es Carmen Alto y San Juan Bautista, en este último se encuentra esta casona que evidencia el paso del tiempo y el descuido de los propietarios y las autoridades quienes no se preocupan en preservar un tipo de arquitectura colonial que forma parte de nuestra historia. Al respecto López (2013) comenta irónicamente, sobre algunas lecciones de como destruir una ciudad, primero poner antenas de televisión al costado de la fachada de una iglesia del siglo XVII, segundo dejar construir casa de igual o mayor tamaño que un monumento arquitectónico, tercero como ampliar espacios con pisos adicionales sobre el techo de una casona colonial. (págs. 27, 28). Lamentablemente quedan muy pocos espacios arquitectónicos como el que se observa en la obra, la invasión y uso del cemento y ladrillo sin criterio afecta y destruye un espacio sin importar lo estético y urbanístico. El aporte de esta obra paisajista esta direccionado como empleo de técnicas y estilos pictóricos modernos, no solo está el aspecto de memoria o recuerdo como observamos en una obra anterior; sino también lo perceptible para la representación visual tomando en consideración la intención de valorar espacios urbanos de características coloniales; siendo así que estos motivos son empleados por los actuales pintores ayacuchanos.

Mitchell (2015) comenta que el arte no es un aditivo ornamental para la vida social, sino es una necesidad para la manutención social humana, es una voluntad de resistir especialmente a hechos y circunstancias extremas. El paisaje ayacuchano se ha desarrollado de manera pausada en base a los hechos sociales que se presentaron dentro de la historia peruana, sin perder su esencia andina generando una unidad entre naturaleza y hombre, no se ha perdido la intención de valorar sus tradiciones que se realizan en espacios rurales y urbanos. Además, con la creación y funcionamiento ininterrumpido de la Escuela de Bellas Artes se formalizaron condiciones desde lo académico y moderno. Romeo (1992) comenta que la lucha del artista para sus creaciones no solo está consigo mismo, sino con la materia para infundirle una forma que sea expresiva de sus sentimientos e ideas. En la actual pintura ayacuchana se enfatiza los elementos naturales y arquitectónicos, los cuales forman un conjunto coherente y simbólico, también reflejan una tradición pictórica reflexiva en base al valor cultural del pueblo andino en general, en el cual el hombre andino es el eje principal. Acha (2012) comenta que la figuración se aboca al hombre como producto social, tomando lo visual de la realidad como un medio de revelar lo invisible de la misma, es decir, importan las finalidades que persiguen, pues el arte es un medio de utilidad social. Por lo tanto, el paisaje ayacuchano muestra diversos espacios urbanos y rurales que forman parte de su desarrollo sociocultural. Las obras que se consideran para este estudio evidencian en sus composiciones elementos y formas que emplearon las referencias dentro y fuera del contexto ayacuchano, también está la iluminación del color, un dibujo adecuado, estilos pictóricos, una variada simbología, las intenciones del autor en el contenido y mensaje. Por lo tanto, se formula las características propias de un “Nuevo figurativismo andino” condiciones que hoy en día generan un valor estético e ideológico al paisaje ayacuchano.

Conclusiones

Las referencias para el paisaje ayacuchano inicia con Demetrio Lara Serpa quien inserta características de la arquitectura colonial y naturaleza huamanguina desde un estilo costumbrista e indigenista en 1932; luego con la creación de la Escuela de Bellas de Ayacucho en 1952 se da inicio a la preparación de los primeros pintores ayacuchanos, teniendo como base conceptos y técnicas asemejando el modelo educativo de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima; es así, que en los años 70 cambia esta influencia a cargo de Carlos Acevedo Fernández quien redirecciono la enseñanza desde un enfoque crítico y experimental. Además, podemos mencionar la salida y retorno del extranjero y otros lugares del país de muchos artistas ayacuchanos, quienes amplían la perspectiva sobre la representación de la naturaleza y se fortalecen características que buscan un propio lenguaje pictórico ayacuchano. En ese sentido, podemos mencionar a Alfredo Suarez Ñañez con una armonía cromática gris y cálida en su composición valorando espacios coloniales andinos; Felipe López expresa líneas y formas estilizadas fusionando el paisaje con las emociones humanas y problemas sociales; Víctor Mongrut plasma la naturaleza de pueblos y espacios alejados de la urbe con un color fresco y muy expresivo; Julio Mendoza con una temática urbanística donde prima el color más que la forma enfocándose a la arquitectura colonial huamanguina; Víctor Pomacanchari muestra en sus pinturas luz y sombra enfatizando los reflejos luminosos y una variedad de texturas. Finalmente se realizó una muestra en la galería Herén del ICPNA (Lima - 1989) siendo catalogados por la crítica como “Figurativismo Andino”, aspecto muy importante para el desarrollo del paisaje entre los años 80 y 90, además estos maestros compartieron sus conocimientos con sus estudiantes y pueblo en general a pesar de las limitaciones que ocasionó el conflicto armado interno.

La Escuela de Bellas Artes de Ayacucho implementa la representación del paisaje dentro de la malla curricular en las carreras artista profesional y educación artística; fomenta la representación paisajista en diversas técnicas y estilos, predominando el naturalismo en base a las referencias nacionales y locales; es así que actualmente se percibe condiciones técnicas y estéticas muy bien desarrolladas el color es más iluminado y fresco; las líneas expresivas generan dinamismo y atracción mediante un buen dibujo, el cual otorga jerarquía y proporción en la composición; los efectos de brumosidad gracias a las veladuras enfatiza un ambiente andino sumergido a su historia y cultura entre lo rural y urbano. Todo este bagaje teórico es a partir de la crítica e investigación y en lo práctico evidenciado mediante la experimentación plástica; además expresa una pintura paisajista ayacuchana acondicionada de manera académica y moderna. Esta representación pictórica muestra las intenciones de los pintores en lograr sensibilizar a la población a partir de la revaloración de la naturaleza y a su vez insertar tradiciones y costumbres andinas en un contexto sociocultural libre muy alejado de conflictos y problemas sociales, una idealización simbólica de elementos autóctonos entre lo real y fantasioso.

En síntesis “El nuevo figurativismo andino” ayacuchano toma en consideración los parámetros del paisaje pictórico universal y nacional, teniendo como inicio a los pintores ya mencionados quienes dejan un legado artístico muy importante y es adaptado por los actuales pintores, quienes continúan plasmando formas arquitectónicas, aquellas con el paso del tiempo y el descuido de propietarios y autoridades no se preocupan en preservar nuestro patrimonio colonial que forma parte de nuestra historia. Por otro lado, insertan nuevas simbologías en sus temáticas que se enfocan al valor cultural y a una identidad andina, no con un sentido ornamental ni decorativo, sino con la consigna expresiva de emociones y sentimientos de sensibilizar y valorar su contexto desde un aspecto estético; además la variedad de estilos y técnicas fortalece la expresión del paisaje desde un enfoque figurativo y moderno.

Referencias

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References